domingo, 28 de julio de 2013

Epílogo


              (Narra Zayn)

Y ocho años después aquí estaba yo con una preciosa niña de seis añitos. Mi princesa. Estábamos toda la enorme familia que ahora éramos. Disfrutando de unas vacaciones en Madrid, donde todo había empezado. En las dos mismas casas ahora convertida en una. Louis y Andrea habían formado una preciosa familia. Con tres hijos. Como Jay había dicho en su momento ellos eran de familia numerosa y así tenía que seguir siendo. Y vamos que si lo era. Andrea ahora llevaba otro bebé en su tripita de cinco meses. Jack era todo un hombre, con 14 años. El segundo hombre de la casa. Ahora protegía a su hermana, Esperanza,  y a sus dos hermanos, gemelos, William y Troy. Y muy pronto protegería a su nueva hermanita. En cuanto a Harry y Nerea… hay, esa familia era algo especial. Matt era el mejor amigo de Jack, eran inseparables. Y William solía tener celos de él pero como siempre Jack tranquilizaba el ambiente, era igual a su padre de gracioso. Matt era muy protector con Lecy,, su hermanita. Ellos de momento estaban bien como estaban y pensaban esperar unos años más para tener otro bebé. Puesto que la pequeña apenas tenía un año. Liam y Michelle habían sido más que mi familia. Estábamos realmente unidos. Me habían ayudado tanto con mi hija, Lady glamour se había convertido en una segunda madre para Morelia. Y yo quería a su hija como si también fuera mía. Habían optado por ponerle Karen como la madre de Liam. Tenía dos años menos de la mía. Pero parecían hermanas. Se protegían mucho la una a la otra. Y en cuanto a Niall y Pamela, no habían procreado tanto como lo habían hecho los Tomlinson. Se acoplaron a nuestro número de momento. Un hermoso niño, Liam James. Niall siempre había dicho que le pondría el nombre de Liam a su primer hijo y así había sido. Liam junior apenas tenía seis meses de haber nacido. Recuerdo que lloró durante días de la emoción y a veces aún no se lo cree.

-Toma, Zayn. – me dijo Michelle. Me giré a verla. – Me la he encontrado entre las cosas que teníamos en el ático. He pensado que te gustaría. ¿Recuerdas lo feliz que estaba? – cogí aquella foto asintiendo. Como no recordarla. Justo unos días antes de que naciera nuestra hija. Salía sonriendo con un brillo especial en los ojos mientras que yo la abrazaba por la espalda acariciándole la tripa, tenía los ojos y la boca muy abiertos, justo en el momento que Michelle había disparado el flash, mi pequeña había dado una patadita. Avisos previos a que le faltaban días para salir a este mundo. – Estoy seguro que esas sensaciones raras que sientes, es porque ella está a tu lado.

-¿Por qué nunca me lo dijo? – pregunté. – Nunca lo entenderé. Nunca entenderé porque si Niall sabía lo que pasaba, nunca me lo dijo. No hizo nada para evitarlo.

-Ella lo pidió así. Niall solo la respetó, Zayn. – Había sido un idiota. Aquellas palabras que me había dicho en la boda, que nos había dicho… “Siempre te amaré. Siempre. Siempre os querré a todos. Pero tú eres mi amor, Zayn”. Ella lo sabía. Sabía que iba a morir. Niall lo sabía y nunca me dijo nada. Durante esos dos años más que la tuve a mi lado llegué a sentir celos de que Niall estuviera tan pendiente de ella. No había un solo día que no llamara a casa o me preguntara por ella en la gira. Aquella gira terminó justamente cuando me dijo que estaba embarazada. Ese día me había hecho el hombre más del universo al decirme esas ocho palabras “Estoy embarazada. Vas a ser padre, mi amor”. Nueve meses que fueron increíbles y maravillosos, que había esperado tanto para que podamos empezar una vida perfecta con nuestra hija. Tantas ilusiones, tantos planes que desaparecieron cuando  a mitad de parto tuve que coger sus manos dándole fuerza, sus pulsaciones bajaron de un momento a otro y cuando escuché llorar a nuestra hija un “Necesito un beso Zayn” salió de su boca, con lágrimas en los ojos se lo di sin pensármelo pero un  Cuídala y recuerda que siempre te amaré y estaré contigo” convirtió esas lágrimas de felicidad en tristeza y confusión. Tenía a la mujer que amaba sin respiración delante de mí y a nuestra hija llorando, llegando a nuestra vida a unos centímetros de mí. Nunca podré describir los sentimientos tan encontrados que tuve en aquel momento. Lloré durante meses, no había un solo día que no lo hiciera aunque eso no quiere decir que descuidara a mi hija. Desde el minuto en que me di cuenta que nos había dejado, mi hija pasó a ser lo más importante de mi vida. Con ayuda de los chicos salí adelante pero sobre todo con la ayuda de Liam y Michelle. Ahora mi hija era una pequeña mujercita que conoce a su madre, conoce toda su vida, nuestra historia. Y me recuerda tanto a ella. Es prácticamente igual. La personalidad y el carácter sobre todo pero esa dulzura y amor también. Tenía algo especial. – Lo importante es que Perrie la acepta tal y como es y que desde el primer momento en que la vio, decidió educarla como si fuera suya.

-La verdad es una buena madre y la quiere mucho. – le dije.

-Ella también la quiere mucho. Me lo ha dicho.

-Lo sé. –dije mirando otra vez la foto. Te amo, mi amor. Siempre serás mi amor. Pensé para mis adentros. “Y tú siempre serás el mío. Ahora necesito que borres mi recuerdo y seas feliz. Disfruta del bebe que viene en camino.” Era ella, lo sabía. Sus voces siempre estaban en mi cabeza. Había intentado hacer de todo para verla una última vez, que me sonriera y pudiera grabarme esa imagen para siempre. Solo una última vez, cariño – le volví hablar. Su voz había desaparecido. – Me ha dicho que voy a ser padre otra vez. – Michelle me miró sorprendida con una sonrisa en la cara.

-¡Felicidades, Zayn! – me abrazó. – La pequeña Morelia se pondrá feliz. Voy a buscar a las chicas para terminar de preparar todo para la barbacoa ¿vale? – le sonreí y la vi salir de la habitación. Volví a mirar la fotografía.

-Lo mejor será que me la quede y la deje en la habitación de nuestra hija. – posé mi dedo índice delante de su cara. – Perrie la cuida mucho. Espero que no estés enfadada. La adoro pero nunca llegaré a amarla tanto como a ti. Creo que va siendo hora de centrarme e implicarme en la familia que tengo ¿no crees, Mor? Pronto si lo que me dijiste es verdad, tendré que explicarle a nuestra hija que tendrá un hermanito y que tiene que quererlo y protegerlo. “Es una niña, ZaynDios, Mor… ¿me quieres volver loco? ¿Por qué no me dejas verte una última vez? “No estoy enfadada. Al contrario. Es tiempo que dejes de pensar tanto en mi y cerrar los ojos y disfrutar de la montaña rusa que es la vida, cariño” Me reí mirando por la ventana. Te amo.

-Amor. – me giré sobresaltado. Allí estaba Perrie sonriéndome. - ¿Estas ocupado? – negué acercándome para abrazarla por la cintura. Su mano subió  a mi cara y me dio un rápido beso. – Tengo que decirte algo. – sonreí esperando una respuesta. – Veras… llevábamos cuatro años juntos y bueno… estamos embarazados. – solté una carcajada pegando su cabeza en mi pecho. Le di un beso en esta.

-Estoy seguro de que es una niña. Lo presiento. – me separé acariciando su tripa. – nuestra hija se pondrá super feliz.

-Se lo he dicho antes de subir.

-¿Y cómo ha reaccionado?

-Me ha abrazado durante más de cinco minutos, ha llorado, saltado, reído como una loca junto a Niall y ha salido corriendo hacer un dibujo. – sus brazos rodearon mi cuello y me incliné para besarla. Sus labios se movían con lentitud sobre los míos. Sentí tantas emociones y me sentí realmente bien. – Bajemos, nos están esperando. – cogió mi mano. Salimos al jardín y estaban los niños correteando por todos lados. Las chicas ponían las mesas entusiasmadas, riéndose. A excepción de Perrie que estaba conmigo y Pame que tenía en brazos a Liam junior mientras lo hacía dormir. Los chicos por su parte estaban preparando los alimentos, olía muy bien. Harry se había sentado con los gemelos Tomlinson. – Voy ayudarlas con la mesa. – me dijo sonriendo. Caminé hasta donde estaba mi hija sentada en el césped mientras miraba a un punto fijo.

-Hey, pequeña. – me miró sonriendo una vez que me senté a su lado. - ¿Qué haces aquí tan solita? – se encogió de hombros.

-He tenido la necesidad de sentarme un rato sola. – la abracé mientras ella apoyaba su pequeño cuerpo sobre mi volviendo la mirada aquel punto fijo. – Antes la he visto. – la miré confundido. – Mi mamá. Se sentó justo donde estás tú, papi.

-¿Qué dices? – me separé para mirarla. – Como… pero ¡por dios! ¿Qué te ha dicho? ¿Está igual? – respiré hondo. Quiero verte por favor, una última vez.

-Me ha dicho que te cuide. Que cuide de mi hermanita. Que estaba feliz porque yo supiera que ella era mi madre. – me hablo de pronto. – Que nos estará cuidando siempre y me protegerá pero que ya era momento de mirarnos desde el cielo. - ¿Cómo que desde el cielo? ¿Se iba a ir para siempre? ¿Nos iba a dejar? – Papi… está aquí. – miré a mi izquierda y miré a su derecha pero no había nadie. – Aquí papá. – dijo señalando su lado izquierdo. Pero yo no la podía ver.

-¿Dónde está? No la puedo ver. – dije con lágrimas en los ojos. – Por favor… - rogué. Y en ese momento la vi, sentada al lado de nuestra hija. Esta en medio de los dos. Estaba preciosa. Igual que la recordaba. Con el pelo largo, suelto, como tanto me gustaba. Un vestido blanco largo y una sonrisa en la cara. – Mi amor. – logré decir. – Estás preciosa.

-Solo he venido a despedirme. Es tiempo de dejaros a los dos. – acarició el pelo largo con ondas de nuestra hija. – Te lo he dicho antes, babe. Tienes que portarte bien como lo has estado haciendo. Hacerle caso a tu otra mami. Cuidar de tu hermanita y de tus papis. – la miré con los ojos llenos de lágrimas. Miré a mis amigos pero ellos seguían en lo suyo. – Ellos no me ven, Zayn. – dijo riéndose y mi hija hizo lo mismo. Tenían la misma sonrisa. – Y bueno, creo que a ti ya te he hablado bastantes veces. Te he dicho que te amaré siempre y eso no cambiará. Me hiciste la persona más feliz de ese mundo.

-Por favor no te vayas. – estiró su mano cogiendo la mía mientras se levantaba. Hice lo mismo y nuestra hija también. – Quédate con nosotros. Da igual si no puedo verte, me vale con sentirte, con que me hables. No te vayas por favor. – mis lágrimas cubrían mi cara. Cogí a mi hija en brazos.

-Te voy a pedir un favor. Lleva a la pequeña Morelia con mis padres. Hace más de un año que no la ven y la echan de menos. No quiero que pienses cosas malas de ti. Yo creo que a Perrie no le importará dejársela unos días cada dos meses. Por favor.

-Vale. Hago lo que quieras pero no te vayas.

-Zayn… ya es tiempo de dejaros en paz. Estaré bien y os cuidaré siempre. A ti, a nuestra hija, a Perrie y al bebé que vais a tener. A los pequeños. A toda esta familia. Te quiero, mi amor. – dijo acercándose a darme un beso. Miró por última vez a nuestra hija y le dio un beso en la frente. – Cuida de papi, pequeña.

-Por favor. No. Mor. Por favor… - me costaba respirar.  Ella me sonrió y se dio la vuelta para empezar a caminar. Su figura iba desapareciendo con la lejanía. Se giró y se despidió de la mano con una sonrisa.

-Adiós mami. – gritó con una sonrisa la pequeñaja que tenia entre mis brazos. Finalmente no quedó nada de ella. Solo en mis recuerdos y las fotos. – No llores papi. – sonreí como pude y le di un beso en el mismo sitio en el que se lo había dado su madre. – Estaremos bien. ¡Perrie! – me abrazó por la espalda apoyando su cabeza en la parte de atrás de esta.

-Estaremos bien. Cariño. – dijo.

*******

-Papi mira lo que me he encontrado detrás de esta foto. – dijo dándome una pequeña carta. Nos sentamos en la cama y Perrie hizo lo mismo mientras le ponía el pijama. La desdoblé. Suspiré una vez que reconocí su letra.

Mi amor.

Probablemente nunca llegues a encontrar esta carta. Me he encargado muy bien de que no sospecharas nada de lo que iba a pasar. Ni tú ni nadie. El único que lo sabía era Niall. Nunca pensé que tendría que decirte adiós tan pronto, justo cuando pensaba que podía ser feliz pero estaba claro que me equivocaba. Nunca olvidaré a Úrsula, me hizo tantas cosas malas… pero le tengo que agradecer que incendiara mi casa. Gracias a eso supe que tenía leucemia y que no podían hacer mucho por mí. Al contrario he estado viviendo mucho. Dos años y aún sigo aquí pero siento que llega a su fin.  Aquel día que te enfadaste conmigo y me llamaste porque nuestro sobrino, el pequeño Jack había tenido esa pesadilla presintiendo todo lo que me había pasado meses atrás, supe que era tiempo de dejarme de tonterías y pensar en mi. En mi felicidad. Contigo. Tu cara cuando me viste. Dios… fue lo más bonito de este mundo. No me hacías caso y no me dejabas hablar. Todas las noches de amor que pasamos durante todos estos años, Zayn. Te amo. No me cansaré de repetírtelo. Un amor platónico, de una fan hacía su ídolo que finalmente se convirtió en amor verdadero. Siento tanto que te tuvieras que esterar de esa manera pero sabía que no me dejarías tener a nuestra hija si te enterabas de mi enfermedad. Niall me apoyó siempre, durante todo este duro proceso. Que aunque fue duro me hizo más fuerte. Toda valía la pena porque te dejara lo más preciado de nuestro amor. Una hija. Nuestra hija. He llorado en silencio durante noches estas dos últimas semanas. El algún momento pensé que me llegarías a descubrir pero gracias a dios no fue así. Siento que nuestra pequeña ya quiere nacer y me hace tan feliz. No aguantaré mucho más. Estoy demasiado débil. Aún incluso escribiéndote está carta siento que las fuerzas se me van pero sé que tengo que aguantar unos días más. Hasta que ella decida salir a este mundo. Si algún día llegas a leer esta carta, quiero que por favor busques una buena madre para mi hija, que no la lastime y que siempre la protejas. Nunca olvides que tu hija es lo primero ahora. Lo más importante para ti. No quiero que me llores. No ¡por dios! Tienes que sonreír. Ya sabes… “Cierra los ojos y disfruta de la montaña rusa que es la vida” mi amor. Ahora te estoy viendo removerte entre las sábanas acurrucándote entre el edredón. Sé que hace frío pero no podría escribirte esta carta en otro momento. ¡Te pasas las 24 horas del día a mi lado! Eres lo más precioso de este mundo. Tu cara, tus manos, tus pestañas… eso es lo que más me gusta de ti. Esas pestañas tan extremadamente largas que enamoran con esos ojos color avellana. Me encanta. Por cómo te mueves buscándome, pronto abrirás los ojos y te darás cuenta de que no estoy. Así que es tiempo de decir “Adiós” Gracias por estos años. Gracias por ser tú. Por amarme y lo más importante, por darme a esta preciosa niña. Te amo Zayn Malik.

                                                                      Tuya siempre. More.”

Me acaricié el brazo donde tenía tatuado “More”. Me lo había hecho días después de la boda. Quería que ella también sintiera y supiera que era la persona que siempre amaría. Que si ella se había tatuado mi nombre, yo también lo quería hacer. Demostrarle mi amor. Que la amaba. Una mano acariciando mi cara, me sacó de esta carta tan profunda. Perrie. Allí estaba ella sonriéndome como siempre. Trasmitiéndome tranquilidad, protección, calma. Limpiando mis lágrimas.

-He llevado a la niña a la cama. ¿Quieres leérmela? – negué entregándosela. Después de unos minutos y unas cuantas lágrimas por su parte, me abrazó con fuerza. – Es preciosa. – me miró a los ojos. – Vamos a guardarla en nuestra habitación. Vamos a ponerla justo detrás de la foto que tienes con ella. – no me merecía. No merecía tenerla. ¿En serio iba a permitir que vivera con el recuerdo del amor de mi vida? No. Claro que no. ¡Basta! Ella merecía tenerme el cien por cien de mi ser. Centrado en ella porque ahora ella era mi presente y aunque siempre Morelia tendría en mi corazón un lugar muy especial, era tiempo de compartirlo y dejarlo un poco por debajo.

-No. Esta carta la vamos a guardar con las cosas que tenemos de ella, en la habitación de mi hija. Cuando ella crezca encontrará todo de su madre. Nosotros ahora somos una familia y no voy a permitir que vivas con el recuerdo de ella. – le sonreí limpiando unas lágrimas de sus mejillas. – Quiero que tengas claro que te adoro con todo mi corazón. Os adoro a las dos. – dije acariciando su tripa.

-¿Cómo sabes que es niña? – le sonreí mirando la carta. - ¿More? – dijo sorprendida. – Te amo, Zayn. Amo a nuestras hijas. Y amo que me hayas dejado formar parte de esta gran familia que sois.

-Seremos muy felices los cuatro. – le di un beso acostándome en la cama abrazándome a ella y apoyando mi cabeza entre sus pechos. – Gracias. – Y gracias a ti, More. Por darme los mejores años de mi vida, cariño. Nuestro tiempo se acabó y ahora llega un nuevo comienzo. Siempre te amaré.

Fin

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